Parálisis es la palabra que hoy mejor define el urbanismo en Madrid y, al final, quien paga el parón de todos estos proyectos son los madrileños, porque se traduce en una subida de precios del suelo y por consiguiente del precio en la vivienda ante la falta de oferta.
Este es el escenario que vive hoy Madrid con la paralización del desarrollo de más de 60.000 viviendas, al norte y al sur de la ciudad, en proyectos tan emblemáticos como la Operación Chamartín con 17.000 viviendas, Valdebebas con 1.000 viviendas, Residencial Metropolitan con 400 viviendas, Berrocales con 22.000 viviendas y Operación Campamento con 11.000 viviendas, y estos son sólo algunos ejemplos de mayor envergadura, que aún esperan la luz verde por parte del Ayuntamiento de Madrid para empezar a andar.
La Operación Chamartín se ha tumbado injustificadamente porque, si dicen que 17.000 viviendas son demasiadas, hay que recordar que en la época de la burbuja inmobiliaria se llegaron a construir 700.000 viviendas cuando en un mercado sano se habla de 180.000 unidades. Entonces, hablar de 17.000 viviendas en la Operación Chamartín a 20 años no es hablar de demasiadas viviendas y más cuando hay demanda en la zona norte de Madrid y sobre todo de vivienda de protección oficial, que ya no quedan.
En el sector inmobiliario, la materia prima es el suelo, y no es un producto que cuando se necesita lo puedes tener de la noche a la mañana, es un producto que requiere de una planificación a largo plazo. "Con la Operación Chamartín llevamos más de 20 años. Hoy en día es muy fácil tumbar un proyecto porque hay una debilidad en la normativa urbanística y las Administraciones Públicas deberían abordar este tema, porque no se puede hacer un urbanismo a golpe de sentencia, que es lo que estamos viendo tanto en el anterior Gobierno como en el actual, que está judicializando sistemáticamente todas las actuaciones urbanísticas".
La paralización de los proyectos ha creado una falta de oferta de vivienda que es necesaria y que obliga a que la demanda se vaya a poblaciones limítrofes de Madrid. Por ejemplo, en el norte de la Capital se desplaza hacia Alcobendas y San Sebastián, y en el sur hacia Rivas. Estas localidades ya son conscientes de toda la demanda que se está generando y al final se traduce en una subida de precios. De hecho, en Rivas ya está prácticamente agotada la oferta.
Las cooperativistas son las que más están sufriendo toda esta paralización, porque son familias que han invertido en ese suelo todos sus ahorros y sus sueños.
Está claro que el equipo de Gobierno actual del Ayuntamiento no apuesta por el sistema de cooperativas, que en realidad lo forman familias de clase media trabajadora, ni apuesta por la vivienda protegida. Al paralizar el proyecto de Residencial Metropolitan no sólo se está perjudicando a 400 familias; si el proyecto no sale adelante, se perjudica a todos los vecinos de Madrid y de esta forma seguimos sin tener un modelo de ciudad.
Si nos fijamos en el sur de Madrid, la situación es la misma. La demanda se ve expulsada a poblaciones limítrofes por falta de oferta.
En definitiva, tanto al norte como en el sur, el Ayuntamiento ha echado el freno y Madrid se queda sin oferta.